viernes, 4 de abril de 2008

PIEL Y REVERSO

Estos son algunos apuntes, bocetos, revisiones y escritos disparadores de un recorrido aún incierto, hacia una tesis, una problemática y una materia signicante: el cuerpo y sus manifestaciones discursivas a nivel visual.


"Cuerpos reversibles"

La delimitación de un cuerpo parece siempre implicar finitud, una singularización que conlleva el germen de su motivo recurrente: La angustia de la conciencia de sí.
En ese punto, la manipulación digital permite borrar ontologías, huellas, esculpir desde amalgamas de imágenes, permitiéndose una existencia huidiza, un re-emplazamiento constante que juega a lo indefinido.
Súbitamente la nada se prefigura como exceso del todo, mientras el cuerpo, su enunciación, se instala como intersticio de ese proceso.
Se trabaja entonces sobre la nada, la nada como espacio habilitante, como punto de pasaje de sentido, indiscriminado afluente de bits, fisura entre lo táctil -singular, articulable- y el flujo de una materia que se mueve ciega, cual magma de texturas.

Lo humano vaciándose de un influjo que lo excede y lo nutre (figura-fondo) generando corporeidad, ofrecida a un borde, una escisión, una duda.

Un cuerpo susceptible al desgarro, a la degradación, a la analogía, desafiando su propia materialidad plástica en la propia enunciación de ese borde.

Desapropiándose del amparo de lo sólido invoca a otro tipo de proximidad, trabaja sobre el instante formante, sobre su cinética, sobre la reversibilidad de la eterna pareja figura-fondo.
Un cuerpo que prefiere buscarse en ese estado, mucho más diluido, construyéndose como posibles resonancias de otros cuerpos, o bien otras instancias de lo corporal.


Entonces el pixel se rompe, se dilata, funciona como membrana porosa que filtra y deja respirar diversos orígenes, fotográficos, conceptuales, cromáticos.

Cualquier manifestación artística no escapa de las dudas fundantes que instalan la flaqueza de -y ante- lo humano, lo orgánico-anatómico, no escapa a sus inhibiciones y fallas, y estas obras, espero, tampoco.

-Pablo Rabe